Amarillo
El otro día estaba comiéndome un plátano, que como ya os he contado alguna vez, es mi fruta preferida, cuando sin saber porqué mi papá me pregunto que de qué color era el plátano. ¿Pues vaya tontería?, pense yo. Amarillo, de qué color va a ser. Mi papá se puso contentísimo, hasta llamó a mi mamá.
-Mira, mira cariño, el Guille sabe de qué color es el plátano.
Y me volvió a hacer la misma pregunta.
- ¿De qué color es el plátano?.
Y yo le volví a responder que amarillo.
Mi mamá también se puso muy contenta, me cogió en brazos, me empezó a dar besos y empezó a decir que qué hijo más listo que tenían.
Mi papá sacó un limón y me volvió a hacer la pregunta y yo viendo que les alegraba diciendo el color, pues respondí que amarillo.
Parecía que les había tocado la lotería, más besos, más abrazos...
Ahora mi papá sacó un tomate y otra vez la preguntita.
- ¿De qué color es el tomate, Guille?
- ¡Amarillo!
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