¡Que finde!
Mi primer fin de semana y ya estoy estresado.
El caso es que empezó bien, ya que el viernes dimos un paseo por la tarde y luego nos quedamos en casita. Pero cuando estábamos viendo la tele (unos más borroso que otros), volvió a hablarse de un tema que en este caso alteró a mi mamá, ya que en el programa de Telemadrid, “Mi cámara y yo”, hicieron un reportaje en Noruega y salió el tema de la baja por maternidad. Me imagino que todos ya estáis enterados que en España la baja por maternidad es de 112 días (no cuatro meses como creen algunos, podéis calcularlo), pues bien, en Noruega la baja era de ocho (8) meses. Y ahí no quedaba la cosa, ya que si no te importaba renunciar a un 20% de tu sueldo la baja podía aumentar hasta un año, es decir, 365 días. Como en el caso de mi papá, mi mamá realizó algunos comentarios que no puedo repetir.
Y llegó el sábado, y yo que pensaba que ibamos a dar un paseito y a casa, pues no, conocí mi primer centro comercial, Madrid-2 “La Vaguada”. Todo transcurría con normalidad, es decir, una tienda por aquí, otra tienda por alla, subir escaleras, bajar escaleras, ..., hasta que me entró hambre y claro yo, de momento, sólo como “teta-brick” y, no se a vosotros, pero a mí me da vergüenza comer y que todos se me queden mirando, así que mi mamá se dio cuenta y me llevó a un cuartito, donde pudiéramos estar tranquilitos, creo que se llama “sala de lactancia”. El caso es que pude comer tranquilamente ya que era una sala muy cómoda, limpia, amplia, con cuatro sillones para que otros niños pudieran tomar también su “teta-brick”, vamos que disfruté tanto que al terminar me pegué dos regüeldos de campeonato. Hasta mi mamá reconoció que esta sala estaba muy bien.
Por la tarde me llevaron por la zona de Goya, es decir, más tiendas. Esta vez tuvimos algún que otro problemilla, ya que como sabéis todo Madrid esta en obras, perdón, casi todo Madrid, no vaya a ser que alguien se moleste, y circular por las calles era algo difícil, además hay gente o gentucilla que le da lo mismo donde aparca (sobre todo en los pasos de cebra), y la verdad es que a mis papás les resultaba complicado cruzar las calles, pero qué más da.
Al fin llegamos a casita, y nos fuimos pronto a dormir. Llegó el momento de pagarles con la mismas moneda, así que cada tres horas, ni un minuto más, ni un minuto menos, les desperté llorando desconsolado. Yo sólo lo hacía para molestar, pero mi mamá me enchufaba la teta, y claro, a ver quién es el listo que dice que no.
Amaneció el domingo. Que guay, pensé; hoy las tiendas están cerradas, pero no. Primero fuimos a comer a la casa de las personas borrosas conocidas y luego,..., pues sí, al centro comercial de Príncipe Pío que está abierto todos los fines de semana. Por lo menos sé que no vamos a volver ya que mi papá ha tenido que cargar dos veces con el carrito en brazos, por que las escaleras de las plantas –3 a –2 del aparcamiento no funcionaban y no hemos encontrado ascensores.
Por fin ha terminado el fin de semana y mañana es lunes, yo estoy agotado, así que voy a merendar mi “teta-brick” y a dormir.
Hasta mañana.
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